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Fanatismos - Medio Oriente - De Freud a Bion

Breves reflexiones sobre el fanatismo que conduce a Hamas.


 
Lic. Margarita Szlak
Psicóloga psicoanalista UBA (Arg.), APA (Arg.), AEAPG (Arg.), APM (México). Miembro de IPA, FePAL y APSA. Egresada de Midrasha.








(Publicado en Ámbito Financiero el 5/2/2024 - Link)

La real Academia Española RAE nos ilustra acerca de que el fanatismo es el apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas.

Para poder introducirnos sobre estos terrenos de actualidad, creo que tenemos que hablar de lo contemporáneo, tomando cierta distancia y no dejarnos llevar solo por lo actual.

Debemos poder historizar y hacernos a la idea de que uno tiene una relación singular con el tiempo que le toca vivir. Lo que se llama zeitgeist, o el espíritu de nuestro tiempo.

Pero hay ciertos tópicos que trascienden las épocas y pueden, tomando como ejemplo a la histeria (una de las primeras enfermedades psíquicas estudiadas por S. Freud), cambiar de ropaje, pero que siguen siendo en sus fundamentos la misma patología.

Uno de esos tópicos es el fanatismo, donde invariablemente la posición de víctima es de alguien que busca al culpable de su dolor con tenacidad y apasionamiento desmedido.

El fanático pide que alguien pague ese dolor, pero finalmente comienza a dañar, matar y destruir a quien no siente y piensa como él.

Hoy estamos transitando situaciones de fanatismos religiosos y políticos que ocasionan daños, muerte y desolación en el Medio Oriente. Por supuesto, también en otras latitudes del mundo.

Pero yo me referiré a lo fanático del grupo terrorista Hamas, que incita a la Yihad islámica (acción armada con vistas a su expansión, como si fuera un deber y obligación) que tiene que ver con un vacío identitario que necesita el conflicto, las frustraciones y un odio permanente para consolidarse.

El fanático es capaz de inmolarse por su “legítimo derecho” a defender sus ideas antiliberales, reaccionarias y dogmáticas.

Hay una falla en el compromiso social.

El pensamiento de fanático es solo UNO, una idea, no hay diversidad posible. Puede producir lo peor, como la aparición constante de la pulsión de muerte, produciendo un malestar general. Es un pensamiento cerrado, no se permiten las diferencias o matices, por eso atentar contra la libertad del Otro diferente es para el fanático un objetivo reivindicatorio.

El fanático no se arrepiente de sus ideas, solo le interesa su propio linaje, y transmitir la necesariedad de que el resto de la sociedad (ya sean judíos o cristianos) repare el error de no ser como él.

Solo el fanático como él tiene derecho a existir. Se toma la estigmatización del pueblo civil de Gaza para su propio beneficio, y les confisca toda ayuda del exterior, ya sea de Europa o de algún vecino país árabe (alimentos, agua. medicamentos, etc.) produciendo un ciclo de odio al Otro, que no comparte, ni quiere vivir con  sus extremistas ideas.

La violencia que nutre al fanático lo deja confuso, incapaz de controlar sus pensamientos macabros de fin de mundo.

Dominando, este abuso permanente es un intento de mostrar poder y de esta manera llama a establecer un Califato islámico mundial, en donde todo aquél que no se somete es infiel y por lo tanto debe ser destruido.

El fanatismo religioso, pero también político, del grupo terrorista Hamas, pareciera no tener oposición, pues la sociedad indiferente al fanatismo es justamente el cultivo seguro que pregona el NO enfrentamiento y, por el contrario, exige al Estado de Israel  (avasallado el 7 de octubre del 2023) un repliegue de sus fuerza y que se la aguante sin represalias.

Este dogma fanático destruye la capacidad de pensar, en esa realidad que se vio claramente en todos los medios de comunicación. Se vio como mataban a mansalva, se vio violaciones, maltrato asesinato de niños, bebes y captura de rehenes. Ese dogma es el que quiere destruir una realidad que es el Estado de Israel declarado Nación Soberana desde 1948 con la votación positiva de la mayoría de las Naciones.

Sabemos que la verdad es una verdad vincular y no puede quedar paralizada solo de un lado.

No ser dogmático fanático es establecer un puente entre lo conocido y lo desconocido. Implica tolerar al otro, convivir con el otro a pesar de la duda, la incertidumbre de lo acontecido, para tener posibilidad de crear un continente para un  nuevo contenido, o sea desplegar un aprendizaje para no repetir.

El fanatismo no admite nada de posturas provisorias, pues nada puede cambiar esas ideas radicales que, según ellos, son las certeras, mostrando sin embargo un agujero que paraliza la reflexión.

¿Identificación proyectiva u omnipotencia?

Existen los predicadores de la muerte que disponen de sofisticadas redes de comunicación y de una enorme libertad para recolectar fondos y adoctrinar jóvenes que se convertirán en suicidas-asesinos.

Y, ¿cómo es que se va dando este tipo de identificación omnipotente?

La omnipotencia se da en el proceso primario, es de dominación arcaica en el ser humano y es, en general, producto de lo preverbal, lo gestual, motriz, vocal, auditivo, olfativo y táctil.

Es así como podemos ver cómo las jóvenes milicias del grupo terrorista Hamas fueron casi criados y educados con esos sentimientos omnipotentes, donde el sujeto debe congelar sus afectos displacenteros pronunciando discursos vacíos, llenos de odio y negando cualquier otro tipo de construcción ideológica.

Desde pequeños los van adoctrinando. Y es así que aparecen los homicidas -suicidas musulmanes, llamados Shahid (mártires)- que son una monstruosa creación de las últimas décadas, que violan incluso los mismos preceptos del Corán, como lo afirman sus eruditos y sabios del Islam.

Pero hay muchos países árabes que los celebra como mártires, cuyos líderes han caído de manera lamentable, en una abismal confusión donde no se sabe distinguir entre el bien y el mal.

Estos fanáticos deforman la Escritura, apoyándose en las posiciones que les conviene, para satisfacer el odio, la ignorancia y sus delirios. Se consideran dueños irrefutables donde observamos, como diría el psicoanalista W. Bion, no solo  como sufren de arrogancia sino que esta actitud encierra estupidez y hasta locura.

El terrorista suicida es una nueva arma de extraordinario poder, pues es como un tanque de destrucción masiva de civiles. No actúa por iniciativa propia, responde a una organización llena de animadversión, de rencor, que lo entrena, lo motiva y luego hasta premia a su familia.

Este tipo de sujetos se vinculan, sufren con su inestabilidad emocional, su carencia afectiva, anhelando ser héroes románticos con impulsos narcisistas.

Creo que, para poder poner fin a todas estas masacres, la ONU, los países libres de acción y pensamiento, deben tener el coraje suficiente para dejar de ser un grotesco foro de hipocresías y así detener estos atentados criminales de los terroristas Hamas, como lo hicieron el luctuoso 7 de octubre de 2023.

Esta es una preocupación que merece atención global: buscar y encontrar con urgencia un eficaz remedio para no ser cómplices del desprecio por la vida.

 





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(Publicado en Ámbito Financiero el 5/2/2024 - Link)

La real Academia Española RAE nos ilustra acerca de que el fanatismo es el apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas.

Para poder introducirnos sobre estos terrenos de actualidad, creo que tenemos que hablar de lo contemporáneo, tomando cierta distancia y no dejarnos llevar solo por lo actual.

Debemos poder historizar y hacernos a la idea de que uno tiene una relación singular con el tiempo que le toca vivir. Lo que se llama zeitgeist, o el espíritu de nuestro tiempo.

Pero hay ciertos tópicos que trascienden las épocas y pueden, tomando como ejemplo a la histeria (una de las primeras enfermedades psíquicas estudiadas por S. Freud), cambiar de ropaje, pero que siguen siendo en sus fundamentos la misma patología.

Uno de esos tópicos es el fanatismo, donde invariablemente la posición de víctima es de alguien que busca al culpable de su dolor con tenacidad y apasionamiento desmedido.

El fanático pide que alguien pague ese dolor, pero finalmente comienza a dañar, matar y destruir a quien no siente y piensa como él.

Hoy estamos transitando situaciones de fanatismos religiosos y políticos que ocasionan daños, muerte y desolación en el Medio Oriente. Por supuesto, también en otras latitudes del mundo.

Pero yo me referiré a lo fanático del grupo terrorista Hamas, que incita a la Yihad islámica (acción armada con vistas a su expansión, como si fuera un deber y obligación) que tiene que ver con un vacío identitario que necesita el conflicto, las frustraciones y un odio permanente para consolidarse.

El fanático es capaz de inmolarse por su “legítimo derecho” a defender sus ideas antiliberales, reaccionarias y dogmáticas.

Hay una falla en el compromiso social.

El pensamiento de fanático es solo UNO, una idea, no hay diversidad posible. Puede producir lo peor, como la aparición constante de la pulsión de muerte, produciendo un malestar general. Es un pensamiento cerrado, no se permiten las diferencias o matices, por eso atentar contra la libertad del Otro diferente es para el fanático un objetivo reivindicatorio.

El fanático no se arrepiente de sus ideas, solo le interesa su propio linaje, y transmitir la necesariedad de que el resto de la sociedad (ya sean judíos o cristianos) repare el error de no ser como él.

Solo el fanático como él tiene derecho a existir. Se toma la estigmatización del pueblo civil de Gaza para su propio beneficio, y les confisca toda ayuda del exterior, ya sea de Europa o de algún vecino país árabe (alimentos, agua. medicamentos, etc.) produciendo un ciclo de odio al Otro, que no comparte, ni quiere vivir con  sus extremistas ideas.

La violencia que nutre al fanático lo deja confuso, incapaz de controlar sus pensamientos macabros de fin de mundo.

Dominando, este abuso permanente es un intento de mostrar poder y de esta manera llama a establecer un Califato islámico mundial, en donde todo aquél que no se somete es infiel y por lo tanto debe ser destruido.

El fanatismo religioso, pero también político, del grupo terrorista Hamas, pareciera no tener oposición, pues la sociedad indiferente al fanatismo es justamente el cultivo seguro que pregona el NO enfrentamiento y, por el contrario, exige al Estado de Israel  (avasallado el 7 de octubre del 2023) un repliegue de sus fuerza y que se la aguante sin represalias.

Este dogma fanático destruye la capacidad de pensar, en esa realidad que se vio claramente en todos los medios de comunicación. Se vio como mataban a mansalva, se vio violaciones, maltrato asesinato de niños, bebes y captura de rehenes. Ese dogma es el que quiere destruir una realidad que es el Estado de Israel declarado Nación Soberana desde 1948 con la votación positiva de la mayoría de las Naciones.

Sabemos que la verdad es una verdad vincular y no puede quedar paralizada solo de un lado.

No ser dogmático fanático es establecer un puente entre lo conocido y lo desconocido. Implica tolerar al otro, convivir con el otro a pesar de la duda, la incertidumbre de lo acontecido, para tener posibilidad de crear un continente para un  nuevo contenido, o sea desplegar un aprendizaje para no repetir.

El fanatismo no admite nada de posturas provisorias, pues nada puede cambiar esas ideas radicales que, según ellos, son las certeras, mostrando sin embargo un agujero que paraliza la reflexión.

¿Identificación proyectiva u omnipotencia?

Existen los predicadores de la muerte que disponen de sofisticadas redes de comunicación y de una enorme libertad para recolectar fondos y adoctrinar jóvenes que se convertirán en suicidas-asesinos.

Y, ¿cómo es que se va dando este tipo de identificación omnipotente?

La omnipotencia se da en el proceso primario, es de dominación arcaica en el ser humano y es, en general, producto de lo preverbal, lo gestual, motriz, vocal, auditivo, olfativo y táctil.

Es así como podemos ver cómo las jóvenes milicias del grupo terrorista Hamas fueron casi criados y educados con esos sentimientos omnipotentes, donde el sujeto debe congelar sus afectos displacenteros pronunciando discursos vacíos, llenos de odio y negando cualquier otro tipo de construcción ideológica.

Desde pequeños los van adoctrinando. Y es así que aparecen los homicidas -suicidas musulmanes, llamados Shahid (mártires)- que son una monstruosa creación de las últimas décadas, que violan incluso los mismos preceptos del Corán, como lo afirman sus eruditos y sabios del Islam.

Pero hay muchos países árabes que los celebra como mártires, cuyos líderes han caído de manera lamentable, en una abismal confusión donde no se sabe distinguir entre el bien y el mal.

Estos fanáticos deforman la Escritura, apoyándose en las posiciones que les conviene, para satisfacer el odio, la ignorancia y sus delirios. Se consideran dueños irrefutables donde observamos, como diría el psicoanalista W. Bion, no solo  como sufren de arrogancia sino que esta actitud encierra estupidez y hasta locura.

El terrorista suicida es una nueva arma de extraordinario poder, pues es como un tanque de destrucción masiva de civiles. No actúa por iniciativa propia, responde a una organización llena de animadversión, de rencor, que lo entrena, lo motiva y luego hasta premia a su familia.

Este tipo de sujetos se vinculan, sufren con su inestabilidad emocional, su carencia afectiva, anhelando ser héroes románticos con impulsos narcisistas.

Creo que, para poder poner fin a todas estas masacres, la ONU, los países libres de acción y pensamiento, deben tener el coraje suficiente para dejar de ser un grotesco foro de hipocresías y así detener estos atentados criminales de los terroristas Hamas, como lo hicieron el luctuoso 7 de octubre de 2023.

Esta es una preocupación que merece atención global: buscar y encontrar con urgencia un eficaz remedio para no ser cómplices del desprecio por la vida.

 






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